Dulce nombre de María

    Hoy se celebra la Fiesta Litúrgica memorial de “El Santísimo Nombre de María” y en varios países de habla hispana a esta fiesta también se le conoce como “El Dulce nombre de María”, frase que representa su esencia y se puede conseguir en diversas oraciones, himnos y canciones marianas. La celebración de esta fiesta es para recordar la virtud y piedad de la Santísima Virgen María, siendo un modelo de obediencia y entrega a la voluntad de Dios, por lo que es un momento ideal para meditar sobre su papel en la redención.
 
    Existen varios estudios etimológicos sobre el nombre “María”, uno lo hace relacionándolo con la lengua hebrea, usada por muchos escritores eclesiásticos, planteando que ese nombre proviene de la palabra hebrea “מרים” que se suele romanizar como “Mīryam” o “Mīryām” en donde la raíz “Mir” se relaciona con “Luz” y “Yam” se relaciona con “Mar”, por lo que su nombre significaría algo así como “Luz sobre el mar”, luego en latín se ha usado la frase “Stella Maris” y de ahí provendría la jaculatoria latina “Ave Maris Stella” usado desde la época medieval, creándose también oraciones, himnos y canciones marianas con esa frase. La Virgen María es esa luz que nos guía y así podemos atravesar las tormentas de la vida, Ella siempre nos conduce a Jesucristo, su hijo, el Niño Jesús, el Hijo de Dios, María es “Amada de Dios”. Existe una Advocación de la Virgen María conocida como Nuestra Señora Stella Maris, y es la Patrona de los navegantes.
 
    Desde la perspectiva cristiana, los nombres de las personas que se mencionan en la Biblia, con su etimología, indican un propósito, van más allá que una simple etiqueta, a menudo revelan la identidad, destino o la misión de la persona, forman parte del plan de Dios. La Virgen María fue bendecida por Dios, y ella es un refugio seguro. Ella es la madre de Dios, es nuestra dulce madre que siempre está allí para nosotros y desde los santos como muchísimos fieles invocan su nombre, y en momentos de angustia, peligro o tentaciones confían que ella siempre está allí, es la madre que siempre acude a socorrer a sus hijos, ella intercede por nosotros, es una fuente inagotable de esperanza. San Bernardo de Claraval, nacido en el siglo XI, dijo que María conduce a Jesús: «en los peligros, en las angustias, en las incertezas, piensa en María, invoca a María. Que Ella no se aparte nunca de tus labios, no se aparte nunca de tu corazón; y para que obtengas la ayuda de su oración, no olvides nunca el ejemplo de su vida. Si la sigues, no puedes desviarte; si la invocas, no puedes desesperar; si piensas en ella, no puedes equivocarte...» (Hom. II super «Missus est»). (Tomado de Vatican News)
 
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